El extraño fenómeno de la "timidez de los árboles"

Los árboles mantienen entre sí una pudorosa distancia llamada la grieta de timidez. Uno de los fenómenos más tiernos del mundo botánico. Hermoso.

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Los árboles aparentan haber sido creados como sujetos capaces de experimentar pudor. La “timidez de los árboles” les impide invadir los espacios de otros árboles y sus copas evitan tocarse entre sí, tanto, que dejan de crecer antes de rozar con sus hojas, otras hojas. En sus límites, las frondosas ramas forman el más fabuloso laberinto de cielo. A contraluz, un reguero azul. A vuelo de pájaro, un extraordinario dosel de la más surreal tela arbórea.

Imagen: Samuel Counil


Intercrown spacing


Esas líneas dibujadas sobre el cielo son el espacio que los árboles, cuando crecen juntos, optan por dejarse los unos a los otros, en una suerte de comunidad elegante que jamás osaría irrumpir en el espacio personal del otro.

También conocida como crown shyness -timidez de la corona- o intercrown spacing -espacio entre las coronas-; el fenómeno observado en algunas especies arbóreas es causado por la alelopatía, nombre con que se conocen todas las interacciones que unas especies imponen sobre otras en su crecimiento y existencia. 

“El resultado sería la timidez de grupo, una separación consciente y una forma razonable y casi democrática de repartirse la luz que incide sobre sus respectivas copas. Los árboles serían conscientes de sus semejantes, y los espacios y las siluetas sólo serían el resultado de una bella y brutal competición por la supervivencia.” concluye Gracia.

Las plantas tienen sensores, fotorreceptores, que operan y se activan en función de la luz disponible; de esta forma saben dónde están sus vecinos y los esquivan con el fin de competir mejor por la luz, un bien muy escaso especialmente en los bosques. Los árboles tímidos operarían del mismo modo: el crecimiento de sus copas se dispararía en dos direcciones distintas. Por un lado, buscan los espacios de luz, óptimos y de obligatorio acceso para el crecimiento. Por otro, evitan las zonas de sombra, más pobres e indeseables, y precisamente aquellas que generaría la presencia de sus hermanos árboles.

Imagen: Instituto de Investigación Forestal de Malasia.


Jardín de senderos que se bifurcan 


La timidez ha sido explicada también en otros términos como la auto-protección de los árboles ante la propagación de enfermedades, un mecanismo de defensa que impediría o frenaría el rápido desarrollo de las epidemias; y como una forma de intercomunicación entre individuos. Carles Gracia, profesor de Ecología (especializado en bosques) de la Universidad de Barcelona indicaba a la revista Verne: "Algunos expertos creen que la explicación puede estar en los compuestos orgánicos volátiles. Se trata de una serie de sustancias que los árboles emiten a través de las hojas y que sirven para coordinar ciertos procesos con otros ejemplares. No es que hablen, es que se coordinan para, por ejemplo, que las semillas nazcan a la vez en todos los árboles", explica Gracia. "No está demostrado que esos mismos compuestos sean los que originan estos espacios entre los árboles, pero tiene mucho sentido ecológico. Producir hojas es lo que más energía les cuesta. Hacer que crezcan para nada es un desperdicio. Es más óptimo algo así: si tu rama va por aquí, que la mía vaya por allí". Y agrega: “El resultado sería la timidez de grupo, una separación consciente y una forma razonable y casi democrática de repartirse la luz que incide sobre sus respectivas copas. Los árboles serían conscientes de sus semejantes, y los espacios y las siluetas sólo serían el resultado de una bella y brutal competición por la supervivencia.” concluye Gracia.

Imagen, revista Cultura Inquieta

Imagen de portada: elzo-meridianos.blogspot.com.ar



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